Conocí a mi marido hace treinta años y hace veinte años, yo lo decidí, lo logré, dejé de fumar, pero mi marido siguió fumando...
Pero luego, cuando salieron nuevas alternativas al cigarrillo, traté de convencerlo de que se pasara a los productos sin humo. Intenté convencerlo durante dos años de que esa era la mejor opción. Pero él me decía lo mismo, a toda hora: “No. A mí me gusta fumar. Lo disfruto.
Entonces, un día, mi hijo le dijo: “Papá, hay algo que no entiendo. Tú eres inteligente. Y mi mamá es una experta en tabaco. Ella te dice que hay otras alternativas, ¿pero igual tú sigues fumando? Dime, ¿sí confías en ella? ¿De verdad la quieres?
Mi marido se quedó sin palabras. Al día siguiente se pasó completamente a una opción libre de humo. Yo intenté por dos años y no conseguí nada. Y luego mi hijo, usando las palabras correctas y la conexión emocional adecuada, lo hizo en un solo momento. Yo estaba muy orgullosa de ambos.
Nos acercó más como familia. Mi hijo se quejaba a toda hora por el olor.
Él solo volvió a fumar una vez, cuando vivíamos en Nueva York y el producto no estaba disponible. Tan pronto como nos fuimos, volvió a su alternativa libre de humo.
Sigue convenciéndote a ti misma -y a los demás- de que existen mejores alternativas. Claro, es mejor dejar de fumar. Pero hay gente que no puede. De cualquier manera, Unsmoke no siempre es fácil. Para algunos, como mi marido, duró dos años, quizá más. Pero nunca, nunca te rindas
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